marzo 28, 2010

El Salto del TIGER


Volaba de New York a Utah la mañana del 27 de Noviembre de 2009 y los noticieros norteamericanos sólo hablaban del accidente automovilístico de Tiger Woods provocado por una pelea doméstica con su mujer. Un choque confuso, una esposa alterada e infidelidad eran los common tags de cualquier cadena de noticias. Si la mujer lo molió a golpes con un palo de golf o no, quedó en un segundo plano cuando se descubrió “el móvil” : su romance extramatrimonial con
Rachel Uchitel, Host de un clubnocturno de NYC . El secreto habría salido a la luz, y junto a éste el rumor de que Rachel no era la única que se revolcaba con Woods. Sí, al número 1 del golf Mundial le gusta salir de putas: so what?

En USA, esa noche se festejaba Thanksgiving, con lo cual el 98% de la aeronave estaba conformado por oriundos de Salt Lake City LA ciudad mormona por excelencia: imagínense las reacciones de mis compañeros de vuelo. Sí, muy Gillete todo, muy Tag Heuer, muy AT&T.

Me imagino una reunión de los agentes de prensa Tiger Woods: “¿Qué dijimos cuando saltó lo Clinton?”

Hace unos días, esta vez en un vuelo a Buenos Aires, la noticia del aire era que Tiger Woods en una conferencia de prensa, habría pedido disculpas a medio mundo por tamaña decepción. Defendió el buen nombre de su esposa, la modelo sueca Elin Nordegren, y aceptó toda responsabilidad por su mal comportamiento. Afirmó estar en pleno tratamiento terapéutico y dijo que necesita ayuda para combatir su adicción al sexo.

“I cant afford be a sex addict” Fue lo que me dijo mi compañero de vuelo: un muy simpático pero físicamente desagradable sexagenario japonés.

Podés darte “el lujo” de ser un adicto sexual?

Mientras los psicólogos, sexólogos y psiquiatras del mundo entero parecen no ponerse de acuerdo en si la adicción al sexo –también llamada hipersexualidad- es una enfermedad o no, lo que me pasa a mi es que no se si cagarme de risa o instruirme. Después de tirar todos los chistes dignos del Negro Alvarez que se me ocurrieron, me entrevisté con algunos amigos psiquiatras y sexólogos, para quienes este tema es moneda corriente ya que mi sospecha radica en que más que ciencia acá hay una fuerte especulación sobre un tema históricamente controvertido y tabú en el que recién se está empezando a ahondar e investigar.

Palabras más, palabras menos todos arrancaron con definiciones que parecían robadas de Wikipedia, algo bastante lógico siendo que la DSM IV (4ta edición del Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales de la American Psychiatric Association) no contempla la adicción al sexo y tampoco contiene una categoría en la que se haga referencia a ella.

El sexo se suma al alcohol, las drogas, el juego, la comida y el shopping -entre otros- a las filas de la dependencia psicológica. A este ritmo no nos van a alcanzar las escuelas en horario extraescolar para hacer “reuniones” de adictos anónimos.

La hipersexualidad es (¿) una patología que refiere a un fenómeno en el que la persona no puede manejar su propio comportamiento sexual, y como la conquista del placer –y no el placer en sí- es lo que los motiva, parece ser que al final del día el adicto al sexo no disfruta. Contrariamente a lo que mi ignorancia pregonaba, esta gente sufre, la pasa mal. Porque “llegar” les significa el final de su motivadora búsqueda. (al final no hay … que les venga bien!)

Independientemente de que la inclusión de palabras como “fenómeno” y “desorden” en algunas definiciones me haga ruido, me pregunto qué pasó con los conceptos de ninfomanía y satiriasis. Quedaron en el siglo pasado, eso sucedió! Pasó que nació el Marketing: satiriasis es un vocablo impronunciable y para ser franca, la imagen de una ninfómana está más asociada a la Coca Sarli que a Giselle Bündchen. La primera, hoy en día, sólo vende Fernet.

La culpa la tienen Michael Douglas, el conejo y el picador de hielo.

¿Será un invento de un selecto grupo de Ricos y Famosos o la adicción al sexo existe de verdad?

La primera vez que escuché sobre la adicción al sexo, fue en los 90´s cuando después de ser descubierto con otra mujer por su esposa, el rumor que tenía por protagonista a Michael Douglas como “adicto al sexo” se hizo público.

Robert Downey Junior, Hugh Grant, Amy Winehouse, Rob Lowe, Lidsay Lohan, Hugh Jackman, David Duchovny, Britney Spears -entre otros- son quienes se pueden dar el lujo de autoproclamarse adictos al sexo y jugar con la fantasía ajena y el morbo de sus fans. Cuánto glamour habrá pensado más de una/o, y terminó huyendo de una lujosa habitación de hotel con un ojo en compota en el mejor de los casos !

Mi primo, “el mánia”, tiene 35 años y –salvando obvias diferencias- más o menos los mismos problemas que esta gente: no puede parar de pensar en garchar, masturbarse y colgarse del wifi del vecino para una maratón de YouPorn, pero a diferencia de los celebrities es un gordito looser, empleado administrativo, pelado, que vive con los padres en Villa Martelli y no tiene verdaderos planes de emancipación.

¿Condición Psicológica o Excusa Fácil?

Un veterano de guerra en Estados Unidos demandó a la empresa que lo despidió por visitar páginas porno en Internet durante su horario de trabajo. El hombre sostuvo que sufría de Adicción al Sexo y sus abogados alegaron que él utilizaba internet para automedicarse contra el estrés postraumático que sufría. Un genio.

No jefe, yo trabajo! No me hago la paja: Soy adicto al sexo.

No te cagué con tu mejor amiga: Soy adicto al sexo.

No disfruto revolcándome con mi secretaria: Soy adicto al sexo.

No, tu hermano no me calienta: Soy adicta al sexo.

Está bien, no fui a ninguna reunión! Fui a una orgía: Soy adicta al sexo.

Leí por ahí que el Dr. Carnes (sí, Carnes: no es un chiste) propietario del Pine Grove Behavioural Centre (donde se internó el bueno de Tiger) afirma que "los sexoadictos pueden provenir de todas las clases sociales. Afecta tanto a políticos y empresarios como a los trabajadores de una fábrica"

STOP!

Say what?

A ver señor dueño de clínica de rehabilitación sexual de los estados unidos de Norteamérica, dígame: ¿cuántos albañiles pueden pagar el tratamiento que usted ofrece? ¿A ver cuántas personas con serios problemas de sobrepeso andan dándole a la matraca a troche y moche sin quedar secos? ¿Mucho homeless hoy en admisión?

Para empezar, me parece que para ser adicto sexual mínimo tenés que tener facha, ser de un 7 para arriba.

Ser un sexoadicto requiere de cierto poder adquisitivo, tiempo libre y sobre todo: gran estado físico.

Declaraciones como estas inclinan mi pequeña balanza hacia el lado más básico de mi cerebro que piensa que -así como el que dice sufrir de ataques de pánico es un pobre tipo que quiere ser el centro de atención- el sexoadicto es un pajero con pretensiones.

Y talvez por esto, sospecho que la hipersexualidad tiene que ver más con un cambio cultural en el modo en que la sociedad percibe el sexo que en un problema de raíces psicológicas. ¿Quién mide lo que es aceptable y lo que no es aceptable en materia de sexo? Y sobretodo: ¿dónde?

¿Quién tiene más posibilidades de devenir adicto sexual? Un californiano parafinado o un judío ortodoxo en un kibutz religioso israelí?

El adicto al sexo no es adicto al sexo en sí, sino más bien a sus fantasías sexuales puntuales que-compulsivamente- trata de satisfacer, de cumplir. “El problema” llega cuando éstas no son compatibles con lo que su partenaire sexual desea o con lo que se considera cultural, legal y socialmente acceptable: “Otra vez con el disfraz de Batman? Estás gordo Ricardo! Además, ya te dije que yo de Robin no!”

…que se acaba el mundo.

Cuando le conté a un amigo acerca de lo que estaba escribiendo me dijo: “ Mirá, si yo tuviera un ahorro –o un sponsor- me iría a USA a poner una clínica para tratar la Adicción al Sexo. Un edificio, un equipo de psicólogos, estudio contable, buffet de abogados y enfermeras, muchas enfermeras para que los clientes tarden lo suficiente en recuperarse.”

Esta idea –salvando las diferencias no solo geográficas- equivale a la que tuvieron miles de argentinos allá por los 80´s cuando empezaron a abrir videoclubes y canchas de paddle como si se viniera el fin del mundo. En este caso en particular gracias al target al que apunta mi amigo, se asegura un ingreso importante, y para lo del fin del mundo tengo en carpeta EL chiste grosero por excelencia… vamos, que ahora que lo pienso estamos a sólo dos años del 2012 eh.

Dicen por ahí que sos un Adicto al Sexo si…

*Después de un día complicado, le querés dar a Zulma Lobato.

*En un atado de Lucky Strike ves el pene del camello de Camel.

*REALMENTE alguna vez INTENTASTE hacer el salto del tigre.

*Te mandaste un “baile del caño” en el Bondi camino al trabajo.

*Vas a la verdulería y comprás unicamente bananas, zanahorias y pepinos.

*Stockeás salchichas en el freezer y no sabés por qué.

*Te mudaste al microcentro para tener cerca un pornoshop.

*Te encontraron abrazada al obelisco.

*Sostenés que al pasar al revés la cinta de cualquier tema de Pimpinela, ella le está diciendo a él que quiere ir a un club de Swingers.



***Este texto, con un título más pedorro y unas modificaciones que jamás hubiera autorizado, fue publicado en la edición de Marzo de la revista El Planeta Urbano***

marzo 16, 2010

Aloha


Vacaciones otra vez sola. Por qué castigarme aun más y optar por destinos infames? Me voy a la mierda. Me voy a Hawaii. Qué emoción…qué habrá en Hawaii? No importa, yo necesito playa, sol, no pensar y hacer nada por un par de semanas. Allá voy.
Un año ahorrando para el pasaje para que en la fila de atrás del avión me toque una selección pedorra de basket juvenil con piernas kilométricas que no dejan de patearme los riñones cada vez que exhalan. Una dosis de puber testosterona importante que no me deja en paz: Cada vez –y fueron muchas- que uno se levantaba, yo recibía paralíticas y/o terminaba tirándome encima el mini vodka y los mini pretzels. Eso hubiera sido lo peor del viaje de no ser por el pequeño peceto llorón –el bebé más horrible que vi en la vida- que se encargó de recordarme lo boluda que fui al no haberme clavado un dramamine antes de subir a la aeronave, pero para que mi odio no se dirigiese en su totalidad a una criatura inocente, de compañeras de asiento me tocan dos hipoacúsicas (Sordas sería el término políticamente incorrecto?) que no dejaron de hablar ni cuando apagaron las luces. Fue como presenciar un apareamiento de focas en el aire! Las turbulencias y aterrizar en el baño: detalles menores.
En el aeropuerto, la recepción fue tan amable que no pude dejar de pensar/especular en cuánto tardaría en llegar el momento en que toda esa buena onda y amabilidad se les iría al carajo La paranoia empezó de inmediato junto con la provocación, la cara de orto retroactiva y la mala onda “por las dudas”.
Mi idea de Hawaii había sido siempre bastante básica e infantil: un pedacito de tierra flotando sobre el oceano, dos palmeras y un par de pseudo japonesas con guirnaldas en el cuello y polleras de flecos moviendo el culo. En lugar de un pedacito de tierra son 5 (o 7 ), pedacitos y –objetivamente- está lleno de palmeras y japonesas wanabe envueltas en guirnaldas llevando polleras con flecos y moviendo el culo. En el momento que en el aeropuerto descubrí el primer Starbucks, supe que todo lo que había fantaseado acerca de la isla era simplemente eso: fantasía.
Subí al shuttle con destino a Waikikii y desenfundé el ipod. En menos de una hora en el aeropuerto de Honolulu ya había escuchado entre 6 y 7 veces “Somewhere over the rainbow”. Demasiado teniendo en cuenta que me quedaban 15 días en la tierra de Obama.
Me propuse ir a buscar a Jack Johnson al Northshore con la idea de plantar una hamaca paraguaya (o hawaiiana) y obligarlo a tocar la guitarrita para mi. Lo pensé mejor y planeé decirle que sería bueno para su carrera salir con una argentina. (Debería haber preparado una carpeta -de esas de folios transparentes- con recortes de revistas Caras y Gente, que muestren a la novia argentina de Al Pacino, a la de Matt Damon para apoyar mi speech?) “Fijate Jack que Robert Duval también pegó argenta. A otro nivel, Michael bublé. La tenés a Luisana Lopilato? No? Bueno, no te perdés de nada (¡)…Y qué me decís de Own Wilson? O de Matt Groening? Esto garpa Jack!”.
Entré al hostel, dejé las valijas y busqué en la cartelera una playa nudista. Es ahora o nunca –pensé- antes de que todo este esfuerzo de meses de gimnasio y dieta del hambre desaparezca entre mis arrugas futuras: me voy a la playa a hacer topless. Talvez Little Beach no es un nombre muy felíz para una playa nudista, pero no es algo que me afecte directamente a mí asique a pisar fuerte. Luego me enteraría que la playa nudista no estaba en Oahu sino en Maui, una de las 5 islas, a media hora de avión. Mientras, para llegar pasé obligadamente por un shopping, un mcdonalds, Gucci, Marc Jacobs y un Macy´s gigante, pero en menos de dos minutos estaba tirada en la arena.
Botella de agua: checked. Protector solar: checked. Anteojos: Checked. Revista People para afianzar el Victor English Method: checked. Ipod: checked.
Llamé a mi Moria Casán imaginaria para que haga el corte de breteles y me tiré hacia atrás. Antes de que los omóplatos siquiera llegasen a rozar la arena, un policía me agarró del brazo y pidiendome que lo acompañe me arrastró hacia el patrullero. Pensé. “Y eso que aun no aproveché los beneficios de Osde410” pero para mi sorpresa, no era mi exhuberancia bustial de 85 de taza, sino el escándalo que se había generado a mi alrededor en la playa privada del Hilton, en un pais donde el nudismo es ilegal y las multas por salirse de la ley son en dólares. Condenada por exhibicionista? “Mi no comprendeu ingles oficial”.


***Este texto, con un título más pedorro y unas modificaciones que jamás hubiera autorizado, fue publicado en la edición de Marzo de la revista El Planeta Urbano***