mayo 08, 2008

Andá a lavar los platos!

Todo empezó en un estacionamiento de Ciudad Universitaria, cuando un amigo con segundas intenciones se ofreció a enseñarme a manejar. Después de contarme “los secretos” del acelerador, el freno y el embrague [alguien que me diga por qué hay tanto pelotudo que le dice “embriage”!], e inmediatamente antes de pasar a la clase práctica, un clásico: la palanca de cambios. Debo reconocer que era bastante didáctico en sus explicaciones, y talvez demasiado anal dando detalles innecesarios para un primer acercamiento a la conducción automovilística...femenina. “Primera, es para arrancar, sacás lentamente el pie del embrague “así” y –simultáneamente - vas pisando despacio el acelerador que lo que hace es liberar combustible para que el auto se ponga en movimiento; el motor gira a no se cuantas vueltas por minuto y …” Y la verdad es que yo quería sentarme atrás del volante y moverlo como en las películas. Yo quería agarrar una curva y dejar huellas sobre el pavimento, poner la mano sobre el cabezal de la butaca del acompañante y girar la cabeza para hacer marcha atrás como los taxistas! Poco me importaba el proceso, la mecánica, el cómo y el qué es lo que hace que un auto se mueva o se deje de mover. Entonces después de mostrarme la quinta posición de la palanca de cambios me dice con la emoción con la que se cuenta un secreto: “y por ultimo la marcha atrás…” La ansiedad me estaba matando asique lo interrumpí: “Si, si, ya se, así” dije haciendo un dibujo en el aire. “Así, una erre mayúscula”. Yo creía, realmente lo creía, que, con la palanca de cambios como si fuera un lápiz imaginario, debía “dibujar” una erre mayúscula que empezara en segunda y terminara en reversa…así: desde el punto de inicio de la maniobra en cuestión, lo que hoy conocemos como “segunda”, trazar –imaginariamente, siempre imaginariamente- una línea ascendente hasta primera, de ahi una línea hacia la derecha hasta quedar en quinta, de ahi hacia abajo, pero sin llegar a marcha atrás sino quedando a mitad de camino, retroceder trazando una línea hacia la izquierda [entre primera y segunda], volver hacia la derecha a ese punto intermedio y bajar AHORA SI!, hasta la mismísima marcha atrás a.k.a. reversa y por eso la R!



Diez años más tarde…

Dos intentos fueron necesarios para que me dieran el registro. Sinceramente después de pegarle a una valla y moverla un metro y medio…yo misma no me lo hubiera dado la primera vez.

Me levanto con ganas de sacar a pasear la tarjeta de crédito.
No encuentro las llaves del auto. Reviso las 3 carteras que usé a lo largo de la semana, bolsillos, cajones, botiquín, heladera, freezer…nada. “No habré sido tan boluda de…” bajo corriendo las escaleras, casi me mato en el último tramo cuando la Havaiana izquierda confunde el borde de un escalón con un tobogán acuático y en una milésima de segundo -que dura como un minuto y medio- una avalancha de pensamientos, como voces: “largá todo, apoyá las manos, ay el palo que te vas a dar, cómo hago para mantener el equilibrio, la cadera!, imposible, lo que me faltaba…aaaaaah. GAME OVER. Me levanto como puedo y salgo a la vereda con el mismo temor a que el auto no esté de todos los días. Me acerco, saco el cartelito de “compro su auto” y la tarjeta de cabaret. Pego la frente al parabrisas y ahi veo las llaves puestas, colgando.
Me debato entre llorar, romper el vidrio de un cascotazo, llamar a un cerrajero o a un amigo tatuado que se cope forzando la cerradura. La última opción me parece la más coherente (!) y una vez con las llaves en mano y cincuenta pesos menos en la billetera, me jacto de haber tomado la decision correcta.

Voy por Avenida del Libertador, me siento espléndida, radiante, felíz.
Mi fuerte adicción a la tv, me hace pensar que soy ficción. Tiendo a creer que soy parte del elenco estable de una sitcom, de una película, o parte de un videoclip.
Voy en mi propia versión de Thelma & Louise, sin Thelma porque es mi remake y Thelma siempre me pareció medio pelotuda. O era Louise?
Subo el volumen, y canto con exagerada pasión encima del soundtrack original, moviendo la cabeza, achinando los ojos y arruinandolo todo.

Pongo tercera, siento un dejo de orgullo porque ya miro por los espejos retrovisores. Me cambio de carril y aviso con la luz de giro. “Comunicación” pienso “Fundamental”. Con el ipod, los lentes de Tita Merello y el aire acondicionado no me para nadie. Paso el hipódromo, cruzo Bullrich atravieso el puente y me acuerdo que tengo las zapatillas y las calzas en el baúl, para cuando baje el sol. Qué día magnífico!
Tomo la curvita de Sarmiento bordeando el monumento de los españoles, perfecto, qué calidad, estoy a punto de confirmar mi sospecha: tengo un don para el manejo.

Un sonido extraño pisa el tema que vengo cantando: Taca taca taca tact ac tac… Me pregunto qué será ese ruido. Tac taca tact ac tac. Se para el auto. Calma ante todo y balizas. “Comunicación, fundamental”.
Pienso que soy yo, que me colgué con un cambio, que talvez pisé un pedal equivocado. Me miro los pies, están en su lugar, la palanca de cambios intacta, como venía. No rompí nada. Qué hagooooooooo?!

“Dale boludaaaaaaaa” se escucha. Viene de afuera.

Trato de mantenerme serena.
Los autos pasan, siento la puteada, me miran. Les leo los labios, la mente.

“Qué mirás?!, nunca se te quedó el auto, infelíz? Maldita vaca estúpida! Que vos también sos mujer…inútil!”

Vuelvo a lo mío y pruebo nuevamente girando la llave. Otra vez: Tracatracatract “se va a parar...mhhh...” digo en voz alta. Tracatracatractracatrac “Aguantame tres cuadras más”.
Mi rezo no es escuchado, mi auto se apaga, se queda, ruido, quilombo por segunda vez en medio de Libertador, hora pico.

Bocinas.

Logro salir del aprieto, doblo en Salguero, y otra vez: trac trac troc. taratac tractac…ay, esta vez no se si llego! Balizas.
Pienso que poner las balizas equivale al “pido” infantil : me corro virtualmente del juego. “Meter la trompa” es el “canté pri” del automovilismo?
Todavía me resulta complicado el tema de la regla de “prioridad de paso”. Por lo general dejo pasar a todos porque hasta que pienso que la derecha es con la que escribo y la izquierda es…la otra, ya me pasaron por encima. No hay tiempo para pensar cuál es cuál, o frenás o sacás turno con el chapista.


Empiezo a ver el Shopping, como un Oasis. Subo la rampa no puedo explicar cómo y estaciono perfecto, como con una escuadra, por única vez. Me pregunto cómo todavía no se inventó un sistema que haga que las cuatro ruedas giren hasta quedar a 90 grados respecto de su posición original para que el auto simplemente se desplace de costado. Cuando la rueda toca el cordon, es momento de girar el volante y volver a la posición inicial.
Para cuando terminé la maniobra –magistral por cierto- se murió el auto, y yo necesito cambiarme la remera.

Tengo un plan B, asique pienso en relajarme y hacer lo que estaba previsto: comprar zapatos.

-“37 me dijiste? No me quedó nada.”
-“En marrón unicamente.”
-“Vendí el ultimo par esta mañana.”
-“No, no vuelven a entrar, son modelos exclusivos.”
-“Lo que ves en vidriera solamente.”
-“Sólo efectivo, estoy sin sistema.”

Intento convencerme: quién quiere tacos si al fin y al cabo manejo descalza? Está anocheciendo y yo técnicamente estoy varada en el Paseo Alcorta. Es hora de llamar al ACA y concertar un encuentro con el mecánico de turno en el 1er nivel del estacionamiento: E 113.
El ritual del auxilio mecánico linkeaba en algún punto con una sala de emergencias. El silencio del mecánico finalmente se quebró: “Este auto no tiene una gota de aceite” me retó.
Puse cara de “no estudié para el examen” mire el reloj (va en la izquierda o en la derecha?) y le pedí que me acompañara a comprar aceite al Carrefour.
Cuánto?!!! Me sale más barato traer nadando desde el Mediterráneo aceite de oliva para condimentar ensaladas de por vida!

Y ahi estamos el mecánico y yo, esperando en la caja del super. Ahi estoy acompañada por un hombre, como en los viejos tiempos, justo antes de la división de bienes. Esta vez él elige y yo pago. Yo rompo y me hago cargo, el arregla y no pasa factura. Está todo pago.



-Este texto fue publicado en la edición del mes de Abril de la revista "El Planeta Urbano"-

7 comentarios:

Julia dijo...

Excelente!!! Muy divertido relato

Julia dijo...

olvidé algo:
un delirio tremendo el de la R de reversa ja, ja , ja!!

Sol dijo...

Al fin!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
Inminente brindis de inauguracion, quiero creer!!!

Mariana Brik Zapatos dijo...

A mi me pasó lo mismo, un sábado en el Paseo Alcorta, después de comprar un regalo, vuelvo al auto lo arranco, empiezo a sacarlo del g 15 y se pincha una goma, obvio que la de auxilio no servía. Cuestión que me fui en colectivo (toda una odisea), abandoné el auto un sábado a la noche y volví el lunes con el auxilio mecánico y de ahi a cambiar las 4 gomas (que me las habian pinchado 2 semanas antes y las habia emparchado temporariamente).
O sea que fui a comprar un regalo y terminé pagando 1400 pesos por cambiar las gomas.
Cómo me gustan los sábados.

Anónimo dijo...

Muy Bueno!
Me alegro que inaugures este espacio.
Lo de las ruedas a 90º tendrias que patentarlo.

Unknown dijo...

Y bueno, che. ¿quien te manda a ser mujer?

Ahora ya sabés, la próxima vez que pares en una estación de servicio, lo mirás fijo al playero y le decís "por favor, ¿no me mide el aceite?"

Marina dijo...

No Chancho, no!
Ahora el aceite lo mido yo.