noviembre 14, 2009

En la ciudad de la Furia

La verdad es que tuve un día de mierda. Empecé por tomar un nuevo camino hacia el trabajo. “Hoy voy por…” pensé haciendo ruido de ruleta de programa timbero de Sofovich. Clac clac clac clac: “Ciudad de la Paz” dije y doblé a la izquierda. Diez cuadras después un viejo pelotudo que venía pensando en el culo de de turno que vio anoche ‘en Tinelli’ se olvida que entre el embrague y el acelerador hay un pedal muy últil que acciona los frenos del vehículo haciendo que el mismo se detenga! Me bajo y soy una catarata de puteadas: Quién te dio el registro viejo del orto? Magoo! Hay transporte público sabías? Seguro que alguna vez viste uno, se llama co-lec-ti-vo. Hay de muchos colores o además son daltónico geronte? El colectivo aparte de llevar pobres, transporta toda clase de ineptos como vos, hacele un favor a la sociedad y andá a vivir a un geriátrico dinosaurio mugriento! Perdí media hora explicándole al ‘oficial’ que estoy tomando unas pastillas para adelgazar que además de subirme la presión arterial me ponen un poquitito nerviosa, pero que de ninguna manera me iba a retractar de siquiera una de las verdades que le arrojé al extra de Cocoon. Con el baúl destrozado llegué al taller mecánico, pisé una bujía huérfana que rodaba por ahí e hice una demostración involuntaria de breakdance . SI bien safé de una caida y una consecuente ruptura de cadera, al tratar de agarrarme de cualquier cosa para evitar quedar como una cucaracha moribunda, me engrasé no solo las manos sino el inmaculado vestido primaveral de estreno, quedando mal parada ante cualquier desafío de la blancura que un actor con poco laburo pudiera proponer. Me sentí como esas minas borrachas que quiebran en un bar repleto de marineros alzados. Puse cara de orto y empecé a tirar de mi vestido hacia abajo, como intentando emprolijar la situación, dejé las llaves de lo que quedó de mi auto y miré con cariño las vías del tren.

Llegué corriendo a la oficina y casi renuncio al enterarme que se levantó la reunión con la razón por la cual estoy ahí casi a las 9 de la mañana con un sobrio solero de emergencia comprado en un local de koreanos –al que hubiera entrado con un crucifijo y un racimo de ajos atados por una cinta roja-. El imbécil canceló por motivos personales! Motivos personales? Acaso hay una excusa más amplia y menos válida? Razones de Fuerza mayor? Qué? Dios?! Me hacés levantar de madrugada y me cancelás sobre la hora porque se te quemó la tostada?! Porque te quedaste en la cama 5 minutos más? Te pintó ver una repetición de Badía y Compañía por Volver?

Entre enfurecida y aliviada por no ser vista en ese trapo de cuarta made in Taiwán dejé las cosas en mi escritorio y al abrir la notebook veo el desastre: 67 mails en la bandeja de entrada. En momentos así, me debato internamente entre llorar o empezar a destrozar el lugar a patadas, y termino optando por lo sano: compras online. Tengo un principio de úlcera que técnicamente no me deja tomar café, y como es vox populi en la oficina, me atajan en la puerta de la cocina y se ofrecen a prepararme ‘un tecito’.

-No estoy –lamentablemente- en Londres, ni jugando a la canasta ni tengo 60! Pedime un capuccino por favor!

-Porqué no tomamos unos mates mejor, querés?

-Vos me querés ver muerta, retorciéndome de acidéz? No gracias. Además de hacerme pésimo, deberías saber que tomar mate es de villero progre. Toda la actitud de matero me da una profunda tristeza seguida instantáneamente por unas ganas incontenibles de salir a matar uruguayos. Pero todo bien, dejá que me hago uno de esos tecitos de freeshop de petrodólares por saquito [tea bag le dicen ahora!] que al menos así siento que mis cinco minutos valen más que los del cadete.

La recepcionista se va llorando. Diría que está indispuesta, pero seguro que es peor: se está reproduciendo! Porque parece que está de moda! O es muy común que de un día para el otro el mundo entero esté embarazado? Abrí el facebook y ahí estaba la noticia que faltaba. Hay una epidemia: mis amigas van a ser madres. TODAS! Lo peor es que, como si se hubieran puesto de acuerdo, me lo comunican todas juntas y por el mismo canal.

Por qué?! Si teníamos un pacto! Odiar a los niños hasta –por lo menos- los treinta! Nada de hijos hasta esa edad. Y ahora?

-Milli? Marina soy. Escuchame, te re felicito, todo, y te voy a llevar flores a la maternidad, pero en qué habíamos quedado? Te acordás?

-Qué hora es? Qué te pasa?

-En qué habíamos quedado con el temita hijos antes de los treinta? Al final, la única que valora la amistad y los pactos que hacemos entre amigas soy yo siempre! Eh? Eh?

-Dos preguntas –me interrumpió- En qué año naciste? Y Por qué no te vas a la mierda?

La edad de Cristo. Me quiero morir…están en todo su derecho! Están con el 10% de demasía las muy correctas! Y a mi no me queda otra que organizar Baby Showers y tomarme todos Malbec que ellas rechacen.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Odio cuando me ofrecen un " tesito", y cuando entras a un taller y te apoyas en un lugar que crees que zafa de la grasa pero no! cuando te miras la mano la tenes de color rojo ( si tenés suerte y es la grasa linda) sino de color negro ( esa es la peor, la mas sucia!!!).
Grosa Marina!