marzo 16, 2010

Aloha


Vacaciones otra vez sola. Por qué castigarme aun más y optar por destinos infames? Me voy a la mierda. Me voy a Hawaii. Qué emoción…qué habrá en Hawaii? No importa, yo necesito playa, sol, no pensar y hacer nada por un par de semanas. Allá voy.
Un año ahorrando para el pasaje para que en la fila de atrás del avión me toque una selección pedorra de basket juvenil con piernas kilométricas que no dejan de patearme los riñones cada vez que exhalan. Una dosis de puber testosterona importante que no me deja en paz: Cada vez –y fueron muchas- que uno se levantaba, yo recibía paralíticas y/o terminaba tirándome encima el mini vodka y los mini pretzels. Eso hubiera sido lo peor del viaje de no ser por el pequeño peceto llorón –el bebé más horrible que vi en la vida- que se encargó de recordarme lo boluda que fui al no haberme clavado un dramamine antes de subir a la aeronave, pero para que mi odio no se dirigiese en su totalidad a una criatura inocente, de compañeras de asiento me tocan dos hipoacúsicas (Sordas sería el término políticamente incorrecto?) que no dejaron de hablar ni cuando apagaron las luces. Fue como presenciar un apareamiento de focas en el aire! Las turbulencias y aterrizar en el baño: detalles menores.
En el aeropuerto, la recepción fue tan amable que no pude dejar de pensar/especular en cuánto tardaría en llegar el momento en que toda esa buena onda y amabilidad se les iría al carajo La paranoia empezó de inmediato junto con la provocación, la cara de orto retroactiva y la mala onda “por las dudas”.
Mi idea de Hawaii había sido siempre bastante básica e infantil: un pedacito de tierra flotando sobre el oceano, dos palmeras y un par de pseudo japonesas con guirnaldas en el cuello y polleras de flecos moviendo el culo. En lugar de un pedacito de tierra son 5 (o 7 ), pedacitos y –objetivamente- está lleno de palmeras y japonesas wanabe envueltas en guirnaldas llevando polleras con flecos y moviendo el culo. En el momento que en el aeropuerto descubrí el primer Starbucks, supe que todo lo que había fantaseado acerca de la isla era simplemente eso: fantasía.
Subí al shuttle con destino a Waikikii y desenfundé el ipod. En menos de una hora en el aeropuerto de Honolulu ya había escuchado entre 6 y 7 veces “Somewhere over the rainbow”. Demasiado teniendo en cuenta que me quedaban 15 días en la tierra de Obama.
Me propuse ir a buscar a Jack Johnson al Northshore con la idea de plantar una hamaca paraguaya (o hawaiiana) y obligarlo a tocar la guitarrita para mi. Lo pensé mejor y planeé decirle que sería bueno para su carrera salir con una argentina. (Debería haber preparado una carpeta -de esas de folios transparentes- con recortes de revistas Caras y Gente, que muestren a la novia argentina de Al Pacino, a la de Matt Damon para apoyar mi speech?) “Fijate Jack que Robert Duval también pegó argenta. A otro nivel, Michael bublé. La tenés a Luisana Lopilato? No? Bueno, no te perdés de nada (¡)…Y qué me decís de Own Wilson? O de Matt Groening? Esto garpa Jack!”.
Entré al hostel, dejé las valijas y busqué en la cartelera una playa nudista. Es ahora o nunca –pensé- antes de que todo este esfuerzo de meses de gimnasio y dieta del hambre desaparezca entre mis arrugas futuras: me voy a la playa a hacer topless. Talvez Little Beach no es un nombre muy felíz para una playa nudista, pero no es algo que me afecte directamente a mí asique a pisar fuerte. Luego me enteraría que la playa nudista no estaba en Oahu sino en Maui, una de las 5 islas, a media hora de avión. Mientras, para llegar pasé obligadamente por un shopping, un mcdonalds, Gucci, Marc Jacobs y un Macy´s gigante, pero en menos de dos minutos estaba tirada en la arena.
Botella de agua: checked. Protector solar: checked. Anteojos: Checked. Revista People para afianzar el Victor English Method: checked. Ipod: checked.
Llamé a mi Moria Casán imaginaria para que haga el corte de breteles y me tiré hacia atrás. Antes de que los omóplatos siquiera llegasen a rozar la arena, un policía me agarró del brazo y pidiendome que lo acompañe me arrastró hacia el patrullero. Pensé. “Y eso que aun no aproveché los beneficios de Osde410” pero para mi sorpresa, no era mi exhuberancia bustial de 85 de taza, sino el escándalo que se había generado a mi alrededor en la playa privada del Hilton, en un pais donde el nudismo es ilegal y las multas por salirse de la ley son en dólares. Condenada por exhibicionista? “Mi no comprendeu ingles oficial”.


***Este texto, con un título más pedorro y unas modificaciones que jamás hubiera autorizado, fue publicado en la edición de Marzo de la revista El Planeta Urbano***

7 comentarios:

wangsheng dijo...

Vente a España a probar el nudismo de verdad.

Anónimo dijo...

geniaaaaaa

pringaillo dijo...

Cierto! Si quieres nudismo, vente a España: Baleares, Cadiz, Huelva...

Marina dijo...

manden el aereo que acá me mata el 6 a 1.

Anónimo dijo...

flaca sos lo mas.-

Marina dijo...

mamá! me dijeron flaca! yupiii

Jorge Ramiro dijo...

Me gusta poder irme solo de vacaciones a distintas ciudades con playa. Aunque hay muchas veces que me gusta poder ir a distintos sitios mas alla de si puedo disfrutar de playa o no. Por eso, estaba con ganas de recorrer el norte del país, y por eso estaba buscando obtener un hostel salta